Cuando tenía 15 años, mis amigas y yo, estuvimos planeando la noche de fin de año como un mes y pico antes.
Recuerdo la ilusión y emoción tan grande que teníamos por ir a nuestra primera fiesta después de las uvas.
Nos sentíamos mayores.
Mayor soy ahora…
Pasábamos tardes enteras sentadas en un banco planificando la noche del 31 de diciembre. Cómo nos íbamos a maquillar, qué zapatos deberíamos llevar, el peinado, qué padre nos iba a llevar y qué padre nos iba a recoger después.
Parecía que planeábamos la boda del año más que una salida nocturna.
Aunque como comprenderás, a esa edad, no era una noche cualquiera, era LA NOCHE.
La elección del vestido nos llevó horas, días, semanas, y por supuesto, todas compramos uno pensando en el chico que nos gustaba.
Era nuestra oportunidad para que nos vieran deslumbrantes y hechas unas mujeronas, y no con los vaqueros y sudadera con los que íbamos al insti.
Compréndelo, eran otros tiempos.
Ahora los tableros de Pinterest ayudan mucho a ir un lunes por la mañana divina de la muerte, pero en aquellos años, si se te ocurría ponerte un vestido lady con unas botas moteras, los calcetines asomando, la riñonera al hombro y un maxi abrigo de cuadros, eras una pedazo de hortera.
Hoy eres una auténtica street style. Entonces no.
El caso es que ese mes y medio de preparación, se fue al garete en unos 20 minutos.
¿Qué qué pasó?
Pues que nada más entrar en la fiesta vi, por lo menos, 3 vestidos igualitos al mio, otros muchos parecidos o iguales en diferente color, y por si fuera poco, el chico para el que yo había perdido mis tardes de estudio pensando en qué ponerme para él, se estaba besuqueando con una de mis amigas.
La conclusión de la noche fue; eso me pasa por comprar ropa en las tiendas en las que compra todo el mundo, por confiar en amigas guarrillas, y por fijarme en el golfo de la clase.
La noche no acabó mal del todo. Eso es la verdad.
Y me reí tanto que aún me sonrío cuando recuerdo todo lo que nos pasó en unas pocas horas, pero desde entonces juré no comprar mi ropa importante en las tiendas que ya imaginas.
Y por si te interesa, mi amiga dejó de serlo esa misma mañana mientras tomábamos chocolate caliente y el chico en cuestión, vino a buscarme meses después. Es posible que los 2 se encontraran por el mismo camino por donde los mandé.
No supe más de ellos.
Así que estoy aquí para advertirte de una cosa.
Bueno dos.
La primera es que siempre que tengas un evento importante al que acudir, no vayas a comprar tu vestido de fiesta a esas tiendas a las que vamos todas los fines de semana a dar una vuelta, o no tendrás la exclusiva ni pagando.
Es mejor entrar en tiendas algo más desconocidas, como Lyrandra por ejemplo, ya que te aseguras acudir a tu fiesta sin miedo a encontrarte la misma versión de tu vestido en diferentes colores.
Y la segunda, ten cuidado con las amigas que te echas.
👗 Vestidos de fiesta baratos
Evidentemente, encontrar un vestido de fiesta no es fácil, pero también es verdad que hoy día hay muchas más posibilidades.
Personalmente ahora, prefiero los vestidos de fiesta cortos a los largos. Me parecen más juveniles, más cómodos y más ponibles después.
Pero aquí ya entra el gusto de cada una de nosotras.
Pero tal y como yo lo veo, un vestido de fiesta largo, por muy divino que sea, se va a quedar en el armario criando polillas el resto de su vida. Sin embargo, uno corto tiene más posibilidades después cambiando zapatos y complementos.
Es como tener un 2 en 1, o un 3 en 1.
Otra de las ventajas es que es mucho más fácil encontrar vestidos de fiesta baratos online en España.
Cuando yo preparaba mi primera fiesta no había nacido ni el creador de Facebook.
Ahora, tienes a golpe de clic, un amplio catálogo de formas, colores, diseños y estampados.
Además, gracias a la gran competencia de hoy día, los precios no hacen más que bajar, y comprar un vestido barato es más sencillo ahora que hace años.
Si te digo lo que me costó a mí ese vestido, que aún conservo con cariño, te caes de culo.
Con lo que costaba antes un vestido de fiesta, renuevo hoy mi fondo de armario.
Además, las ventajas de comprar vestidos online son enormes.
Te evitas las colas, sobre todo si ese vestido lo buscas en épocas navideñas, y no te digo nada si quieres meterte en el probador para ver como te queda. Puedes morir en el intento.
Lo puedes comprar cómodamente desde casa, en cualquier momento y a cualquier hora del día. Porque si tienes un horario de trabajo a turno partido te será difícil encontrar tiendas físicas abiertas después de tu jornada laboral.
Te ahorras el dolor de pies por haber estado toda una tarde de tienda en tienda.
Después de un pequeño recorrido virtual, aparece tu vestido ideal en la pantalla.
Y no tengas miedo a que te quede mal, la guía de tallas siempre aparece junto a las prendas y son exactas. Solo tienes que medirte, en caso de que no sepas tus medidas.
Yo lo tengo claro, me encanta comprar online.
Y a ver, con esto no digo que no se compre en las tiendas de siempre, o en la pequeña boutique que tienes cerca de casa, pero soy muy fan del concepto de “pronto moda” que puede definirse como un modelo de negocio que combina cuatro elementos:
- Prendas de vestir de última moda.
- Precios asequibles (o muy asequibles diría yo).
- Respuesta rápida.
- Un surtido dinámico.
Y eso se consigue en internet.
Los tiempos cambian y las formas de compra también.
Es posible que alguna vez te pase algo parecido a lo que me pasó a mí con mi amiga, o puede que el chico que te guste no levante la cabeza para verte pasar, pero comprando en pronto moda, jamás llevarás el vestido que lleva puesto media tierra a tu próxima fiesta.
Serás única.
Y eso es lo que importa. Lo demás, está de más.