Tengo el pelo como Ranpuzel desde hace años.
Bueno, en realidad, he sido Rapunzel toda mi vida.
Siempre adoré mi larga melena pero no me gustaba demasiado la cantidad de volumen que tenía.
Por aquella época no existían redes sociales, ni tantos productos capilares para domar los cabellos rebeldes, y yo no era una experta peinándome, que también hay que decirlo.
Así que una amiga con el mismo problema y yo, decidimos, no sé a santo de qué, raparnos la nuca, para rebajar el volumen del pelo.
He de admitir que a pesar de la bronca que me llevaba de mi madre cada vez que lo hacía, era la mejor forma de tener menos cantidad de pelo.
Con el pelo suelto no se notaba nada, y con el pelo recogido, teníamos un rollo macarra muy guay.
Y digo macarra porque era el apelativo cariñoso del resto de la pandilla. Niñas que tenían el mismo largo, el mismo color, y se peinaban casi iguales, veían muy “macarra” raparse el pelo.
La verdad es que me encantaba el corte pero era un poco coñazo.
Más que nada porque casi semanalmente, tenía que ir a raparme.
El pelo en cuanto crecía un poco ya no quedaba tan guay con coleta, y obviamente, el volumen volvía a aparecer.
Si en aquellos momentos hubiera tenido un cortapelos de Rowenta, yo misma me hubiera rapado cada semana.
Hubiera ahorrado tiempo y dinero.
Pero era preadolescente.
Por aquellos tiempos no tenía ni un duro, ni ganas de escuchar la chapa de mis padres.
Ya metida en la veintena, me volví muy fan de Natalie Imbruglia, y cuando vi su corte de pelo en Torn, quise hacerme exactamente lo mismo.
Pero no fue tarea fácil cortarme el pelo.
Ninguna de las peluqueras a las que iba quiso hacerlo.
Todas se escudaban en que tenía un pelo muy bonito, muy largo, y en que me iba a arrepentir en cuanto me viera en el espejo.
Cosa que me daba mucha rabia porque si me arrepentía era cosa mía.
Y yo quería mi corte Imbruglia.
Pero no había manera.
Me tocó seguir buscando.
Hasta que al fin encontré a una peluquera sin escrúpulos que me sentó en la silla, me cogió una coleta, y cortó sin preguntarme siquiera si estaba segura.
Lo de sin escrúpulos es broma (que no se me ofenda nadie).
He de admitir que cuando vi en mis manos mi pelo, se me encogió un poco el corazón y solo escuchaba a mis espaldas: “no te preocupes, solo es pelo, volverá a crecer”.
Pero el arrepentimiento solo me duró una media hora, porque en cuanto que la peluquera terminó y yo me vi tan parecida a Natalie, se me quitó toda la pena.
Me pasé varios meses canturreando su canción y llevando las sudaderas 2 tallas más grandes de la mía.
Hasta que me cansé de ella.
Bueno de su pelo.
Y acostumbrada a la comodidad del pelo corto, quise ir más allá.
Quise raparme el pelo.
Y no, no fue un acto de rebeldía con mi padre, ni quería llamar la atención.
Simplemente me dio por ahí.
Sabía que o lo hacía en ese momento o ya no lo haría nunca.
A los veintipocos todo queda bien, después hay que pensarse más los cambios extremos.
O no.
Eso ya depende de cada una.
Así que me rapé como un soldado el día antes de la jura de bandera.
He de reconocer que me encantaba llevar el pelo rapado.
Era tan cómodo…
Y ahí sí que echaba de menos un cortapelos.
Ahora con los años no sé por qué no peleé más con mis padres para que me hubieran comprado una.
Total, si me rapaba igual, qué más daba que lo hiciera fuera o en casa.
Me hubiera salvado la vida, porque me hubiera ahorrado ir tan a menudo a la peluquería con la pérdida de dinero y tiempo que eso conlleva.
Por eso, yo que he pasado por varios años de pelo corto, muy corto y rapado, te aconsejo que si estás pensado en un cambio radical, o tienes peques en casa, compres un cortapelos.
Yo a día de hoy lo veo una gran inversión.
Tener en tu poder un utensilio que te facilite la vida no es un capricho. Y te aseguro que son más fáciles de usar de lo que piensas.
Yo, en la cuarentena sin ir más lejos, cuando las peluquerías y barberías cerraron, le corté el pelo a mi pareja un par de veces y ni tan mal.
Por eso, ahora que las conozco, sé que me hubieran venido muy bien en mis años mozos.
Incluso aunque no sea de uso continuo hay que tener una en casa. Como tienes tiritas o aspirinas. Nunca sabes cuando la puedes necesitar.
Eso sí, ten la prudencia de elegir una de buena calidad que tenga diferentes peines que ofrezcan una amplia gama de estilos de corte para unos resultados a medida. Y que tanto las cuchillas como el motor sean eficaces para ofrecer un alto rendimiento.
Yo a día de hoy no me veo con la nuca rapada ni con cortes extremos, pero he de admitir que cuando veo los cortes rapados de mujer que hay ahora, me da rabia no haberlos conocido antes, porque son verdaderas obras de arte.
Y sino mira los cortes de pelo rapados de mujer que he encontrado.
- Cortes de pelo rapado por los lados mujer
Para mí, estos son los más favorecedores. Tienen estilazo y puedes llevarlos tanto con pelo largo como con pelo corto.
Es una forma de que puedas llevar 2 peinados en 1.
Cuando lo recoges dejas ver el rapado, y suelto puede crear un peinado moderno, chic y elegante a la vez.
- Corte de pelo nuca rapado mujer
Este fue mi comienzo, pero sin duda, hoy hay muchas más formas de hacerlo. Yo lo hacía en forma de pico sin más, ahora, mira la cantidad de dibujos que puedes crear.
Aunque la tradicional es la que más me gusta en el fondo.
- Corte rapado mujer
Si quieres un paso más y te atreves con un corte a lo teniente O ‘Neil, vas a tenerlo muy fácil si dispones de un buen cortapelos.
Comodidad asegurada, te lo digo por experiencia.
Y no me puedes negar que es un corte de pelo con mucha personalidad.
Si tienes un poco de maña vas a hacer verdaderas maravillas, tanto en pelo corto rapado de mujer u hombre, en rapado lateral, o rapando la nuca tal y como empecé yo.
Este tipo de utensilios, al final es una inversión.
Y por cierto.
En mis redes suelo compartir diferentes tipos de cortes de pelo, así que puedes unirte y buscar inspiración para tu nuevo peinado.
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